Como madre en proceso de separación, uno de los aspectos que posiblemente te esté preocupando sea el hecho de tener que separarte también de tus hijos cuando estos pasen tiempo con su padre/otra madre.
La angustia de si estarán todas sus necesidades cubiertas, si comerá adecuadamente, si irá a dormir a una hora razonable; si pasará demasiado tiempo viendo la tele o jugando a videojuegos. La angustia de si necesitará a mamá y tú no estarás. La pena de perderte momentos valiosos con ellos. Todas estas preocupaciones, entre otras, son las que habitualmente generan esa inquietud en ti, ese no estar tranquila.
Es normal que todos estos pensamientos te ronden y te persigan. Posiblemente hasta ahora tú te has colocado en el centro de la crianza y eso te daba la tranquilidad de que las cosas se estaban haciendo de forma adecuada. El cambio de situación implica que pierdes parte de control sobre la crianza de tus hijos y esto no es algo fácil de aceptar. Además, tú estabas presente la mayor parte del tiempo y es difícil aceptar que eso va a cambiar.
Sin ánimo de generalizar, es muy común que la madre haya asumido la mayor parte de la carga de la crianza y esto haga que el padre no haya desarrollado las habilidades, rutinas, etc., necesarias para actuar como cuidador. Es sorprendente como cuando se les ofrece (o se fuerza) esa posibilidad de hacerse cargo, la mayoría de veces nos damos cuenta de que sí son capaces y de que sí tienen habilidades, aunque sean distintas de las que tu preferirías. Es interesante ver como cuando una puede dejar ir, el otro tiende a coger.
Como decíamos no podemos generalizar sobre las separaciones con hijos en general, ni sobre cómo se vive cada madre la separación de sus hijos en particular. No es igual una separación de tu hijo de 7 años que de tu hijo de 18 meses. No es igual si hay un buen vínculo entre el padre y la hija o si este padre nunca ha estado presente en la crianza. Ciertamente no es igual si hay una historia de violencia. En función de cada caso particular, unas directrices muy distintas pueden ser recomendables.
Pero en este artículo hablamos de esa sensación de no querer dejar ir, de la angustia de separación de los hijos. Y ésta, con sus diferencias obvias en cada caso, suele ser común en las madres que se han separado recientemente y en las que se están planteando hacerlo.
Entonces, ¿Qué hacemos con la angustia?
Antes de nada, me parece que es importante darle su lugar. La angustia aparece como aviso de que algo no está yendo bien para ti. Es común que queramos eliminar y dejar de sentir las emociones que nos generan malestar, pero las emociones nos hablan de lo que nos está pasando y es más útil escucharlas y darles espacio que intentar eliminarlas.
Así, el primer paso sería, de alguna manera, darle la bienvenida a tu emoción. Y seguidamente ofrecerle un espacio para que pueda estar.
Esto puede ser fácil de decir y no tan fácil de poner en práctica. Te propongo un ejercicio para darle ese espacio y esa bienvenida a tu angustia: Se trata de hacer un café con ella.
Escoge un momento en que tengas un rato libre y estés tranquila, preferiblemente sola, o al menos busca un espacio de casa donde no te puedan interrumpir fácilmente. Prepárate un café, un té, un refresco o lo que te apetezca. Si te quieres meter más en el papel puedes preparar otro para tu emoción. Y siéntate con ella a hacer ese café y a “charlar”. Cuando digo charlar me refiero a tener una conversación, hay personas a las que les va bien “actuarlo” en voz alta, otras pueden hacerlo desde el dialogo interno. Pregúntale por qué aparece, qué ha venido a hacer aquí, qué necesita…
Seguramente aprendas cosas interesantes en ese café. Esa información puede darte pistas sobre qué hacer con tu situación de angustia. ¿Necesitas asegurarte de que algún aspecto en particular se tenga en cuenta? ¿Necesitas consultar a una profesional para que te apoye en el proceso legal? ¿O en tu proceso personal? ¿Necesitas, quizá, simplemente tiempo para adaptarte a la nueva situación?
A veces la emoción sólo necesita ser vista y aceptada, y en ese momento se relaja y duele menos.
Es bastante común, sin embargo, que las emociones hayan sido sistemáticamente bloqueadas a lo largo de la vida y resulte muy complicado darles ese espacio ahora de repente. Como no lo hemos hecho nunca ni nos han enseñado la manera, no sabemos cómo hacerlo. Si es tu caso y tienes interés en estar más en contacto con tus emociones, posiblemente sería bueno dejarte acompañar por una profesional que te pueda ayudar a desbloquear y reconectar con tus sensaciones, tus emociones y con toda esa información que te intentan brindar.
Espero que este artículo te haya sido de ayuda. Ojalá este café con tu emoción sea el primero de muchos, y puedas desarrollar una relación de colaboración con tus emociones que te permita continuar aprendiendo y creciendo personalmente.
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